A la hora de ubicar
el espacio del narrador en la sala es bueno tener en cuenta:
Dónde está la puerta. No solo como medida de emergencia si
ocurre algo, también para que quede a la
espalda del público. En muchas ocasiones entra o sale alguna persona por ella
(para eso se hicieron las puertas en realidad)(bueno, en realidad se hicieron
para entrar o salir, cuando no hay nadie contando historias).
Cuanto menos
trasiego de personas haya durante los cuentos mayor será la calidad del acto.
Si la puerta de entrada o salida (en realidad suelen ser la misma) no queda
fuera del campo de visión del público parece lógico pensar que distraerá más.
Este puede ser un detalle importante, ya que si por alguna circunstancia el
número de personas que entran o salen fuera alto (es decir mayor de uno)
representaría un boicot continuo.
Todos sabemos que hay cosas que no se pueden hacer bien si
no te concentras, y las distracciones no son buenas para concentrarse.
Para entender mejor este concepto no se pierdan
la próxima entrega sobre el apasionante tema de
La burbuja narrativa.
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