viernes, 7 de marzo de 2014

El escenario como almacén: mala idea.






                        Desde MUM recomendamos guardar las herramientas en los armarios y realizar los actos escénicos en los escenarios. En vista de vuestras consultas nos parece conveniente abundar en este aspecto.

Parece obvio que si hay algo en escena es porque va a ser utilizado, porque forma parte de la propuesta escénica, porque dice algo, porque se necesita... no porque no se sabe dónde meterlo, porque no cabe en otro sitio o porque aquí en el lateral parece que no molesta.

             Los ojos del espectador, de una manera consciente o no, entienden que todo lo que hay en el escenario forma parte del acto escénico. Y los ojos del espectador no se equivocan.

            Si en el escenario hay una mesa es porque debe haber una mesa, no porque se usó en un acto anterior y, como el narrador ocupa poco, no hace falta quitarla.

Espacio puede que no necesite mucho para contar la historia, pero en el escenario que no haya nada más, que esté vacío. Ni siquiera por los lados. No. Esas cosas están hablando, lanzando mensajes. Desgraciadamente a menudo lo que dicen es: “Esto es un acto de andar por casa” o “no importa demasiado”. 


Adelantándonos a Aries de Valladolid que no tardará en decir:“
¿Y qué os creéis, que sois una ópera en el Liceo?”
 No, querido Aries, ni hacemos ópera ni hay que ir vestido de domingo a una sesión de cuentos, pero tampoco es un cumpleaños en el MeClonas. El lenguaje del escenario dice que el acto que tiene lugar en un entorno de trastos arrumbados es de matacagá (perdonen la palabra levantina para designar a las cosas de poco o ningún valor y despreciables).