Desde MUM recomendamos guardar las herramientas en los armarios y realizar
los actos escénicos en los escenarios. En vista de vuestras consultas nos
parece conveniente abundar en este aspecto.
Parece obvio que si hay algo en
escena es porque va a ser utilizado, porque forma parte de la propuesta
escénica, porque dice algo, porque se necesita... no porque no se sabe dónde
meterlo, porque no cabe en otro sitio o porque aquí en el lateral parece que no
molesta.
Los ojos
del espectador, de una manera consciente o no, entienden que todo lo que hay en
el escenario forma parte del acto escénico. Y los ojos del espectador no se
equivocan.
Si en el
escenario hay una mesa es porque debe haber una mesa, no porque se usó en un
acto anterior y, como el narrador ocupa poco, no hace falta quitarla.
Espacio puede que no necesite mucho para contar la historia,
pero en el escenario que no haya nada más, que esté vacío. Ni siquiera por los
lados. No. Esas cosas están hablando, lanzando mensajes. Desgraciadamente a
menudo lo que dicen es: “Esto es un acto de andar por casa” o “no importa
demasiado”.
Adelantándonos a Aries de
Valladolid que no tardará en decir:“
¿Y qué os creéis, que sois una ópera en el
Liceo?”
No, querido Aries, ni hacemos ópera ni hay que ir vestido de domingo a
una sesión de cuentos, pero tampoco es un cumpleaños en el MeClonas. El
lenguaje del escenario dice que el acto que tiene lugar en un entorno de
trastos arrumbados es de matacagá (perdonen la palabra levantina para designar
a las cosas de poco o ningún valor y despreciables).