Desde MUM
nos hacemos eco de la desdicha de Felipe, que desde Huelva nos cuenta:
“Nunca he contado ningún cuento de Walt Disney ni lo haré nunca. No
entiendo pues por qué él me mortifica con sus dibujitos y sus colorines. Soy
tolerante, soy tolerante. Pero prefiero, sin lugar a dudas, un fondo neutro,
que no diga nada, porque es el cuento el que tiene que decir las cosas. Si
habla también el decorado hay interferencias, distrae.”
No podemos
estar más de acuerdo. Opinamos que querer adornar la puesta en escena de una
sesión de cuentos es un error. La narración es un arte desnudo. Es el arte de
lo mínimo. Todo lo que no le hes imprescindible le sobra. La acción transcurre en la cabeza de quien escucha. Entra por las
orejas, no por los ojos. La construye el público con sus elementos y vivencias
evocadas, no presentes.